Daniel M. Olivera
Es lamentable que, a la muerte de Edward Gorey, su fama a nivel mundial haya comenzado a despegar. Gorey era un poeta y dibujante que caminaba por las calles de Chicago y Massachussets enfundado en un gran abrigo con los pies descalzos y las uñas pintadas, arrojando a carriolas o a los automóviles horrorosas muñecas de trapo con mensajes crípticos y misteriosos; era un excéntrico que tenía una casa digna de aparecer en una caricatura de Charles Addams donde leía un libro completo o dos al día además de realizar un análisis completo de los casos presentados en la nota roja del periódico local.. Pocos pudieron notar que este personaje se convertiría en uno de los autores clave del gótico posmoderno, el pionero y vara de medida de la corriente literaria de poetas e ilustradores macabros que recogería nombres del tamaño de Tim Burton o Angus Oblong.
Gorey es conocido en Norteamérica por el público en general por tres razones fundamentales: es el autor de un corto animado que servía de cortinilla para el programa Mystery!, producido por la cadena PBS. El programa presentaba relatos de crimen y era presentado por el legendario actor de terror Vincent Price. Gorey también fue ganador de un Tony Award por el diseño de escenografía en una adaptación para teatro de Dracula.
A su vez, es conocido por las macabras ilustraciones que aparecían tanto en ediciones de obras de Kafka, Chesterton, Beckett, Poe y otros; además de las extrañas laminas de su autoría que aparecían en las revistas Playboy, Vogue, The New Yorker, Sports Illustrated y más.
Sin embargo, adentrarse en la obra de Edward Gorey es encontrar a un autor con un estilo único, oscuro e inquietante. Sus obras son absolutamente dispares pero con elementos en común. Crea alfabetos y listados como en Los pequeñines macabros donde, por orden alfabético, nos da los nombres de niños que murieron en accidentes trágicos y sin sentido en versos como:
La K es de Kate, golpeada por un hacha.
La L es de Leo, que se tragó unas tachuelas.
La M es de Maud, que fue arrastrada por el mar.
En otras obras como El desván del listado o El rombo fatal, Gorey usa el verso conocido como limerick. Este verso lo heredó de obras como el Struwwelpeter, obra infantil alemana moralista donde los niños que se portan mal terminan mal, en forma grotesca. Además de que poeta Edward Lear que creaba poemas extraños y sin sentido con esta forma. El limerick parece siempre una inocente rima sacada de un libro para niños, sin embargo cuenta cosas realmente onstruosas. Gorey mantiene la tradición de que todo limerick va acomáñado de una ilustración.
Cada noche mi padre me llena de temor
cuando se sienta a los pies de mi cama;
no importaría que hable
mediante balbuceos y chillidos,
si no fuera porque hace ya
diecisiete años que murió.
Gorey también utiliza el nonsense que caracterizó la obra de Lewis Caroll, creador de Alicia en el país de las maravillas. El nonsense es una forma de escribir versos de forma automática y sin sentido absoluto parecida al cadáver exquisito de los surrealistas. El autor usa este método en nonsense visual con series de imágenes misteriosas como si fuera un extraño retablo como en Les passementeries horribles donde borlas de lazos de cortina gigantescos asechan furtivamente a algunas personas. Igualmente usa el nonsense textual como en El objeto práctico que es un texto absolutamente automático e inconciente:
Ya era jueves
pero el miembro artificial de su señoría no pudo ser encontrado;
por lo tanto, tras haber ordenado a los criados que llenaran las bañeras
cogió las tenazas
y se dirigió de inmediato hacia la orilla del lago…
Definitivamente sus textos más logrados son los que cuentan una historia completa en verso e ilustrada. Es de notar La niña desdichada que nos muestra como un torrente de desgracias cae sobre una pequeña feliz e inocente. Dentro de este tipo de historias aparece la que se considera uno de sus mejores textos: La pareja abominable, que trata sobre un par de personajes mediocres y grises que solo logran placer al torturar y asesinar a niños pequeños.
La obra de Gorey es extremadamente variada. Dentro de las antologías podemos encontrar también relatos que están relatados e ilustrados como si fuera una perversa obra infantil, instrucciones de juegos de mesa al estilo ¿Quién es el culpable?, libretos de opera, sugerentes relatos de corte erótico y demás. Todos estos textos fueron en un inicio autoeditados por Gorey ya que ninguna casa editorial se atrevía a publicar cosas tan macabras y extrañas y finalmente reunidas en los volúmenes conocidos como Amphigorey los cuales ya se han comenzado a traducir en varios idiomas.
En Gorey la muerte, la tragedia, el caos y la violencia son fuerzas que pertenecen al azar y a la ironía que pueden caer sobre cualquier individuo sin lógica ni justicia. Esto es lo que vuelve atemorizante entrar en sus poemas ilustrados.
El legado que ha dejado Edward St. John Gorey es extenso. Sus influencias se pueden encontrar desde la poesía de Tim Burton en La melancólica muerte de Chico Ostra hasta el álbum completo que le dedica Kronos Quartet a la obra Gorey.
Gorey muere en abril del año 2000 cuando no puede reparar una tubería. El ermitaño, acostumbrado a la autosuficiencia y a no depender de la demás gente, le pide a su vecino que la repare y este le cobra veinte dólares por el servicio. Un infarto fulmina a Gorey en la mitad de un ataque de ira, un final que pudo haber sido un verso en una de sus historias: “E es de Edward que murió al pagar las cuentas”.