Terror en el teatro: el Grand Guignol

Daniel M. Olivera

El teatro de los suplicios. (Inicios de el gore y el horror en el teatro: el Gran Guiñol)

Cuando pensamos en la palabra guiñol, a muchas personas les ha de venir a la memoria aquellos días de infancia cuando una mano enfundada en un calcetín con ojos de botón preguntaba “a ver niños, ¿han visto a Cuco el payaso?”. Ante la aparición, en segundo plano, de otra mano enfundada en un feo muñeco de plástico y trapo parecido a los augustos circenses, todos los niños comenzaban a gritar emocionados “!Atrás, atrás de ti!”. Aquellos que nunca tuvieron el ambiguo privilegio de asistir a una función de teatro de muñecos, asociarán al palabra guiñol a programas de grandes marionetas como Plaza Sésamo o, recientemente, el noticiero de 31 minutos.

Sin embargo, son pocos los que asocian el nombre Guiñol a salas oscuras de teatro, mutilaciones y torturas en la mitad del escenario, fenómenos y deformes tras piernas y bambalinas, ahorcados en el paso del gato, litros de sangre cayendo sobre los espectadores y grandiosos finales de la representación cuando la policía entraba a detener el drama. Todo esto pertenece al extravagante género teatral del Gran Guiñol.

El Gran Guiñol es un género teatral casi olvidado e inexistente en la mayoría de los escenarios del mundo. Su historia comienza en 1897 cuando un empresario francés, Oscar Metenier, compró un extraño y pequeño teatro en las afueras de Paris con la idea de representar obras naturalistas en ese lugar. Este teatro había sido construido de manera inusual ya que el arquitecto había pensado en darle el aspecto de una capilla gótica mas que un teatro.

Inaugura en este lugar la compañía llamada Le Théâtre du Grand-Guignol. Toma este nombre de Guignol, que era un popular marioneta francesa dedicada a hacer sátira social y política de forma grotesca. Metenier toma este nombre para su compañía debido a que todas las obras que él representa son obras de crítica social con personajes poco deseables para la sociedad francesa como son las prostitutas, vagos, asesinos, secuestradores, vendedores de droga, pederastas, psicópatas y demás. Esto hizo que Grand-Guignol fuera el blanco favorito para la censura y ataques por parte de la Iglesia. La prohibición eclesiástica logró que los boletos se vendieran especialmente bien a pesar de que la policía tenía que cerrar el teatro al final de cada función debido a la gran cantidad de desmayos, denuncias de falta de moral y ataques de pánico por parte del publico.

Metenier desapareció misteriosamente por lo que la compañía quedó a manos de el misterioso director Max Maurey que apareció repentinamente en la escena teatral. Él decidió que el teatro debía parecerse más a una “casa del terror” como la que existen en las ferias. Dos de los aciertos que logró Maurey durante la nueva administración fue despedir al medico que se encargaba de atender a los espectadores que no podían resistir las obras, incluir mas efectos especiales grotescos en sus obras y unirse a los dramaturgos André de Lorde, quien sería director de la compañía después de Maurey, y Leo Marche.

Las obras de los dramaturgos escogidos por Maurey le dieron un empuje especial a la popularidad de su teatro. Son recordados especialmente L’Homme de la nuit de Marche que trata sobre un caso real de un necrofilico que fue capturado mientras destazaba un cadáver en un sepulcro violado. Entre las obras de Lorde se recuerda L´Horrible Passion que trata sobre una niñera que termina estrangulando a los niños que tiene a su cargo.

De la misma manera, el publico asistía para ver a la mayor actriz de Gran Guiñol que existió: Paula Maxa. Ella tiene el mérito de haber sido una de las actrices más asesinadas y violadas en escena. Llegó a contar cerca de tres mil violaciones y más de diez mil asesinatos de sesenta maneras diferentes como haber recibido disparos de rifle, ser devorada por un puma, escaldada con agua caliente, guillotinada, descompuesta por la lepra, colgada, desmembrada por herramientas quirúrgicas entre otras.

Al terminar la administración de Maurey y Lorde que duró hasta 1926 la compañía llega a un periodo de absoluta sofisticación al llegar el periodo cuando Camille Choisy llega a la administración, seguido por Jack Jouvin cerca de 1930. Choisy tenía un sentido natural hacia el terror en escena ya que se había dedicado a la creación de efectos especiales y maquillaje de obras Gran Guiñol desde la apertura de el teatro. Durante este periodo se dejaron de lado los crímenes brutales y espectaculares en escena para crear un horror más psicológico. La tortura física lenta también comienza a combinarse con humor negro y ácido.

Los desmayos y las crisis nerviosas disminuyen pero los espectadores a las obras adquieren cierto sentido de clandestinidad hacia el Guignol. Los asistentes prefieren no ser vistos en el teatro debido a lo negativo que se había vuelto socialmente. Además comenzó a volverse un sitio común para los encuentros entre adúlteros y personas que querían encuentros casuales con aquellos que disfrutaban del teatro en este estilo.

Durante la segunda guerra mundial el teatro recibe un golpe del que no se puede levantar. El público es casi inexistente y al término de la guerra los europeos habían presenciado tantos horrores que parecía innecesaria la presencia del Grand-Guignol. La escritora Anais Nin escribió en su diario:

“Me rendí al Gran Guiñol, a su venerable inmundicia que causaba tales temblores de horror que hacía que nos petrificáramos con terror. Ahora que todas nuestras pesadillas de sadismo y perversión han sido representadas fuera del escenario… el teatro está vacío”.

La baja audiencia continúa hasta que en 1962 deciden cerrar sus puertas definitivamente.

El gran guiñol creo toda una escuela en la forma de representar el terror en escena que parece extraño que poco se conozca sobre él en la actualidad. Es difícil pensar en las películas de la Hammer, el gore y el slash y el teatro gótico actual sin el antecedente del Guignol. Aun hay rastros del este genero teatral por todo el mundo, solo que sus representaciones no son tan comunes. Es solo cuestión de esperar a que se apaguen las luces y en la oscuridad del escenario aparezca ese antiguo terror violento y nocturno.